Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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El tema más urgente y prioritario de la política subsidiaria que afecta a toda familia es aquel que tiene que ver con el apoyo de ésta como sujeto social de mediación entre las relaciones intergeneracionales. El envejecimiento de la población de los países europeos se caracteriza por la unicidad de su expresión. De hecho, se debe constatar que Europa es el primer área del mundo en el cual concurren contemporáneamente tres cambios:

  • - Una continua baja tasa de natalidad.
  • - Un aumento de la esperanza de vida al nacer, permitiendo a un número considerable de europeos alcanzar una edad avanzada.
  • -Un envejecimiento de las generaciones del "baby boom” que hoy en día se están convirtiendo en trabajadores ancianos o jubilados.

La familia no solo constituye el entorno privilegiado de afectos y de socialización sino también de aquellos "contratos” que se formulan implícitamente y que tienen validez económica entre los miembros de la misma. De hecho, el dinero se presenta como el principal motor familiar. En los últimos años, tanto la opinión pública como el debate político de todos los países occidentales se han centrado en el proceso de envejecimiento de las poblaciones, en la disminución de la fecundidad y en el aumento de la esperanza de vida. Estos temas están relacionados con los procesos de reestructuración del denominado estado social en sus diversas versiones nacionales.      
En este contexto, se analizan, a menudo, (se piensa en el debate sobre la reforma del sistema de pensiones) las relaciones intergeneracionales que surgen de la existencia de conflictos de intereses entre jóvenes y mayores en una atmósfera cargada de reproches continuos; a los jóvenes, por su falta de voluntad de traer niños al mundo y a los mayores, porque como consumidores de recursos constituyen una carga injusta para sus descendientes.
La solidaridad intergeneracional no es específica y afectiva sino particular; la solidaridad de los sistemas de bienestar nace básicamente a partir del reconocimiento de determinados derechos y deberes del ciudadano. Posteriormente, el hecho de formar parte de diversos grupos de edad socialmente definidos constituye en realidad un nuevo punto de desigualdad ya que tendrían diferentes formas de acceder a los recursos que esta integración garantiza.
Es evidente la necesidad que hay por mantener el afecto por las personas mayores porque no encajan con el perfil laboral. Se prefiere a un joven antes que a un adulto o anciano. Tienen que luchar contra las percepciones negativas de la vejez.
Es obvio que la forma de motivar a un mayor puede resultar dispar a la hora de tener una participación activa en el mundo laboral. En la actualidad, el buen estado de salud de las generaciones más jóvenes permitirá que en un futuro los mayores sigan siendo autónomos a largo plazo y sigan viviendo en sus hogares. Por tanto, los tratamientos más costosos se concentrarían en el último periodo de su existencia. Sin embargo, serían más las personas que necesitarían cuidos más costosos como consecuencia de la pérdida de su autonomía. Así pues, será necesario recibir una atención particular que hoy en día ya se está asegurando en bastantes países gracias a los familiares y en particular a las mujeres que en su mayoría forman parte del mundo laboral. Además, cada vez más hijos, en edad adulta, viven lejos de sus padres.  Por consiguiente, en este sentido las familias deberán recibir un mayor apoyo.
Solidaridad intergeneracional quiere decir tener la consciencia de que no hayan óbices con la pobreza, que no se reduzcan las desigualdades más duras, que no se lleve a cabo una competitividad con el país si el crecimiento económico y las políticas de bienestar no son capaces de ayudar ,al mismo tiempo, a las familias en la atención y el crecimiento de sus hijos, de asegurarles un buen porvenir, de estar de acuerdo con las personas mayores que el vivir más significa vivir mejor. En este sentido, las políticas sociales constituyen políticas de desarrollo. Esenciales, es decir, porque permiten poner en marcha el crecimiento económico. Se trata de un acercamiento que está cambiando o bien por la forma en la que se interpretan las políticas de bienestar o bien al pensar que tanto el crecimiento económico como el desarrollo social son urgentes porque se rechazan concretamente por la idea de la evolución humana y de persona según sean sus fines y medios de desarrollo y crecimiento económico.

El bienestar de la solidaridad intergeneracional es aquella que se encamina hacia la buena y plena ocupación de todos, en la formación, en la prolongación de su vida en activo, en alternar diversas actividades laborales, en conciliar vida laboral y familiar, en  evitar las trampas de los servicios sociales y sanitarios, sobre todo para los mayores que no son autosuficientes, en las políticas de apoyo sobre las responsabilidades familiares y en general  asistir a aquellos que están en condiciones desfavorables.

¿Cómo se puede hacer frente? Con una política de desarrollo y crecimiento económico que apueste por el factor humano y subraye la importancia del trabajo en la vida de las personas. Trabajar mejor a lo largo de la vida. Según cada generación esto significa: que los jóvenes consientan tener, según sea el momento oportuno, un trabajo que les permita tener autonomía propia y con un bagaje formativo adecuado tanto para las mujeres como para los hombres de clases de mediana edad con el objetivo de trabajar y tener descansos - para el estudio y la atención - sin sentirse asfixiados por el peso que conlleva la preocupación y así poder disponer de tiempo para dedicarlo con los niños y ayudar a las personas mayores, o a las de mediana edad para poder dedicar más tiempo al trabajo si así lo desearan, o simplemente poder cambiar de trabajo, o realizar actividades porque así se sentirían menos solos, más útiles y se sentirían mejor.

Entonces, ¿cuáles serían las prioridades de una solidaridad intergeneracional? Más allá de la importancia de tener una buena y satisfactoria ocupación a lo largo de la vida y de la necesidad de crear una nueva fase de crecimiento económico debería haber un  programa que incluyera las siguientes medidas: la instauración del crédito mínimo de inserción con el fin de contrarrestar la pobreza, dotar a cada puesto de trabajo de un conjunto de derechos, promover una buena y satisfactoria ocupación para las mujeres gracias a la conciliación entre vida laboral y familiar, facilitar a cada persona el hecho de tener una formación adecuada, dotar de apoyo a las familias tanto en el cuido como en la educación de los hijos, prolongar la vida laboral, haciendo posible que las personas tengan derecho a tomarse un descanso, promover un servicio sanitario público que fuera eficaz y humano que estuviera a disposición de cada ciudadano y que respondiera a las nuevas necesidades de las personas ligadas a la vejez, contrarrestar la soledad de las personas mayores haciéndoles participar gracias a sus competencias adquiridas a lo largo de su vida cotidiana y hacer un buen uso de los recursos morales y de las nuevas disposiciones de los ciudadanos para "cuidar el uno del otro”.

En definitiva, la solidaridad intergeneracional supone "la conciencia viva y operante a la hora de participar en la unión de una comunidad, compartiendo las necesidades y expresándose a través de las iniciativas individuales y colectivas de apoyo moral y/o material.” Del latín "solidus" es decir, fuerte, afianzado, fortalecido, estable y resistente.      Esta convergencia de intereses, a la hora de tener consciencia cuando uno participa, de intercambiar opiniones, de utilizar términos como consolidado, estable, resistente... todo esto implica una relación, un vínculo entre personas, en nuestro caso entre generaciones: jóvenes, adultos, "jóvenes que han vivido mucho”, en términos de tiempo, por tanto, de historia y de experiencia personal que implica saber convivir, saber escuchar, saber dialogar, saber hacer cosas juntos.

Franco Salza - ITALIA