Agrupación Europea de Pensionistas de Cajas de Ahorros y Entidades Financieras

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XXI Euroencuentro
Apoyar el objetivo Europa 2020 - La reducción de la pobreza social y la creación de empleo

El tema elegido para este Euroencuentro está de plena actualidad y no resultará difícil exponer las más variadas consideraciones al respecto. Será, sin embargo, más complicado aportar soluciones que, sin duda alguna, deben ser urgentes y eficaces.

La pobreza y el desempleo, así como el hambre y la miseria, son fenómenos que se encuentran totalmente interconectados. Aun cuando se trata de problemas muy serios y universales, nuestras consideraciones van a ceñirse más a la realidad de Europa y Portugal. En su origen encontramos seguramente cuestiones políticas, económicas y religiosas que se adueñaron de las sociedades a nivel mundial. ¡Esto es la globalización!

Pobreza y desempleo: una cosa genera la otra y ambas son muy preocupantes; demasiado preocupantes, principalmente, cuando estas auténticas epidemias surgen después de dos o tres décadas de desarrollo acentuado, en las que la erradicación de la pobreza parecía estar a la vista y el desempleo no registraba niveles significativos. Las expectativas de una vida mejor fueron aumentando en las generaciones de los años 60, 70 y 80.

Las familias se formaban y proyectaban sus vidas en función de sus empleos y remuneraciones que, con frecuencia, mejoraban prácticamente todos los años. Pero a partir del 2005/2006, como si hubiera pasado un tsunami, todo empezó a desmoronarse.

La economía perdió el impulso mostrado hasta el momento con la deslocalización de las fábricas y empresas a otros países y continentes. El desempleo inició una escalada tan acentuada que provocó que una gran parte de la población activa perdiera el nivel de vida al que se había acostumbrado y sintiera que la pobreza podía instalarse, aproximándose, en muchos casos, a la miseria rápidamente.

Y esta es la situación en la que nos encontramos actualmente, a pesar de la propaganda de algunos políticos (gobernantes, principalmente) que afirman que las cosas están mejorando.

En 2014, en Portugal, el Instituto Nacional de Estadística llegó a la conclusión de que el aumento del número de personas en riesgo de pobreza seguía aumentando y afectaba a todos los grupos de edad, aunque el 40% de los desempleados eran los que tenían más probabilidades de caer en ella.

No conseguimos averiguar a qué tipo de pobreza se refería el estudio. Probablemente a la pobreza monetaria/financiera que es, tal vez, la más visible y de la que derivan, en la mayoría de los casos, el resto de pobrezas como son el aislamiento, la soledad y la privación, la ausencia de cuidados sanitarios, la convivencia de varias generaciones de familiares en la misma vivienda, el aumento sustancial de personas sin techo, etc...

De acuerdo con estudios de la Organización Mundial de la Salud y del propio FMI, es igualmente grave y estrecha la relación existente entre el desempleo y el suicidio. En este sentido, se llegó a la conclusión de que uno de cada cinco suicidios está vinculado con el desempleo.

Es natural que, antes de llegar a este punto- el suicidio- las personas más vulnerables, entre las que se encuentran hombres y mujeres de todas las edades, pasen por procesos de aislamiento, soledad, angustia recordando tiempos recientes, sufriendo desestructuración familiar, miedo, privación de bienes y servicios básicos, escasez de cuidados de salud, depresiones y otro tipo de problemas y enfermedades.

Como en el desempleo se encuentra la principal causa que lleva a una situación de pobreza, es urgente que esta lacra se combata de forma eficaz y que se encuentren soluciones que impliquen compromisos de todos los países e instituciones.

La emigración ha sido una de las formas de atenuar el problema. No podemos permitir que vuelva a ocurrir lo que ocurrió en nuestra generación y que nosotros conocemos tan bien. Esa no puede ser la solución al problema. Ello supondría retroceder más de 50 años en nuestra historia y contribuir a aumentar el número de familias desestructuradas.

Los jubilados no escapan a la regla y se ven igualmente afectados por todas las cuestiones a las que nos hemos referido hasta ahora. 
Además de ver como sus ingresos disminuyen frecuentemente con la excesiva carga de impuestos, en muchas ocasiones tienen que acoger a familiares (hijos, nietos, por ejemplo) para ayudarlos y sufrir la desestructuración de familias más o menos próximas y los problemas de muchos de sus amigos. 

Cuando ocurren estas situaciones, y ocurren cada vez con mayor frecuencia, todo se aproxima o acaba de la forma que hemos expuesto en las líneas previas. La pobreza en las personas de edad más avanzada es el resultado igualmente del aumento de los gastos vinculados con la salud (asistencia médica y medicamentos, diversas incapacidades, satisfacción de necesidades inexistentes mientras se era más joven, etc.) A esto se añade el aumento de la criminalidad -resultado igualmente de la situación de pobreza- y de la falta de credibilidad hacia las instituciones; acaban convirtiéndose en factores de desestabilización emocional para muchos jubilados que son generadores de problemas de salud o de empeoramiento de los ya existentes.

La gente vive permanentemente en vilo; no consiguen encontrar la manera de resolver los problemas, ni de prever el futuro dado que, los menos jóvenes, que pensaban que lo habían hecho por ellos, se ven ahora en la obligación de tener que ayudar a sus parientes más afectados por estos fenómenos, de tal modo que se ven inmediatamente en situación de fragilidad.

Pero también los niños están expuestos de forma excesiva a estos problemas. Basta pensar que muchas veces sólo se alimentan de lo que les dan en las cantinas escolares o en las llamadas instituciones de caridad; además, la prostitución infantil, así como el abandono de niños ¡¡¡no deja de aumentar!!! Pero, ¿cómo se puede superar o mejorar esta situación?

Quizás no sea descabellado destacar el hecho, por todos conocido y recientemente publicado, de que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, además del hecho de que el número de pobres está aumentando de forma exponencial.

¿Será acaso la consecuencia de una mala distribución de la riqueza? Seguramente sí, pero también hay otros factores que afectan como: la corrupción que azota a todos los niveles y que parece que nadie consigue (o no quiere) controlar; la ausencia de una justicia digna de tal nombre; la responsabilidad de todos - desempleados y pobres incluidos- que no son capaces de modificar el sistema de gobierno que condujo a la situación en la que nos encontramos (y aquí se revela también la pobreza de espíritu de la mayoría de los electores...).

Por todo lo hasta aquí expuesto, no quedarán dudas en cuanto a la necesidad y urgencia de disminuir y resolver las cuestiones del desempleo y de la pobreza teniendo en cuenta sus más diversas variables. Para ello, es necesario: instituir una justicia seria y que funcione, combatir profundamente la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el tráfico de personas y de bienes, el abuso de poder; hay que luchar decididamente por una distribución más justa de la riqueza; fomentar prácticas rigurosas en la gestión pública, acabar con el miedo e implantar medidas creíbles para combatir el fraude, la soledad y la exclusión. En la práctica, crear las condiciones para que las personas se sientan felices con su vida, independientemente de su edad, género o estado. Si estos presupuestos se cumplen, seguramente en 2020 estaremos en una situación mucho mejor que la que hoy vivimos.

Hoy en día, resulta muy difícil encontrar a una persona que no tenga familiares o amigos que sufran este tipo de situaciones; por lo que para elaborar este trabajo no ha sido necesario investigar mucho, pues aquel que está atento a la realidad actual conoce perfectamente estos problemas.

Maria Eugénia Gonçalves
Portugal